El entrenamiento neurocognitivo es un enfoque terapéutico que se centra en mejorar las funciones cognitivas y mentales, como la atención, la memoria, el razonamiento, la resolución de problemas y la toma de decisiones.
Este tipo de entrenamiento se utiliza para ayudar a las personas que pueden experimentar dificultades en estas áreas debido a trastornos neurológicos, lesiones cerebrales, trastornos del desarrollo o el envejecimiento.
Se parte de una evaluación inicial.Antes de comenzar el entrenamiento, es importante realizar una evaluación exhaustiva de las funciones cognitivas de la persona. Esto puede incluir pruebas neuropsicológicas, entrevistas clínicas y evaluaciones de la función cerebral.
El diseño individualizado.
El entrenamiento neurocognitivo se adapta a las necesidades específicas de cada individuo. Esto significa que el programa de entrenamiento se diseña teniendo en cuenta las áreas de dificultad identificadas durante la evaluación inicial.
Ejercicios y actividades:
El entrenamiento neurocognitivo implica una variedad de ejercicios y actividades diseñados para estimular y fortalecer las funciones cognitivas. Estos pueden incluir ejercicios de memoria, rompecabezas, juegos de atención, actividades de razonamiento lógico y técnicas de resolución de problemas.
Práctica repetida:
La repetición es fundamental para el entrenamiento neurocognitivo, ya que ayuda a consolidar las habilidades y mejorar el rendimiento cognitivo a largo plazo. Los ejercicios se practican regularmente y se ajustan según sea necesario para mantener el desafío y la efectividad.
Monitoreo y ajuste:
Durante el entrenamiento, se monitorea el progreso del individuo para asegurarse de que esté mejorando en las áreas específicas de dificultad. Según sea necesario, se realizan ajustes en el programa de entrenamiento para abordar nuevas áreas de necesidad o para aumentar el desafío a medida que el individuo mejora.
El entrenamiento neurocognitivo puede ser beneficioso para una variedad de personas, incluidas aquellas que sufren de trastornos neurológicos como el traumatismo craneoencefálico, la enfermedad de Alzheimer, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y el trastorno del espectro autista (TEA), así como para personas mayores que experimentan un declive cognitivo relacionado con la edad.