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La depresión es un trastorno del estado de ánimo que afecta la forma en que una persona piensa, siente y maneja las actividades diarias.

Se caracteriza por sentimientos persistentes de tristeza, desesperanza, falta de interés o placer en actividades, fatiga, problemas para concentrarse, cambios en el apetito o peso, dificultades para dormir y pensamientos de suicidio o muerte.

Este trastorno puede afectar a personas de todas las edades y puede tener diversas causas, que van desde factores genéticos y biológicos hasta experiencias traumáticas o situaciones estresantes en la vida de una persona. La depresión puede ser un trastorno crónico o episódico, y puede variar en gravedad.

El tratamiento para la depresión generalmente implica una combinación de psicoterapia, medicamentos y cambios en el estilo de vida.

La terapia cognitivo-conductual (TCC) es uno de los enfoques terapéuticos más comunes y efectivos para tratar la depresión. La TCC ayuda a las personas a identificar y cambiar patrones de pensamiento y comportamiento negativos que contribuyen a la depresión. También se enfoca en desarrollar habilidades de afrontamiento y técnicas para manejar el estrés.

Por otro lado, la activación conductual es una técnica terapéutica utilizada en el tratamiento de la depresión que se enfoca en aumentar la participación en actividades gratificantes y significativas como parte de un enfoque integral para mejorar el estado de ánimo y reducir los síntomas depresivos. Identificando cuales son las actividades placenteras e importantes para cada persona, se trata de evaluar cómo retomar actividades que la persona ha dejado de hacer y que solían disfrutar o que podrían ser gratificantes. Esto puede incluir pasatiempos, ejercicios físicos, actividades sociales, o cualquier otra actividad que el paciente encuentre significativa.

Se utiliza la planificación y establecimiento de metas para llevarlas a cabo. Se utilizan los registros y se realiza un seguimiento. Es importante trabajar sobre sus valores y que las actividades esten alineadas a los valores de cada persona. También es necesario revisar qué obstáculos se presentan y, junto con el terapeuta, trabajar para superarlos, desarrollando estrategias de acción.

La activación conductual se basa en la idea de que aumentar la participación en actividades gratificantes y valiosas, puede ayudar a contrarrestar los síntomas de la depresión, como la falta de interés, la fatiga y la desesperanza, al tiempo que promueve una sensación de logro y satisfacción.

Si bien estos dos modelos han demostrado una alta efectividad en el tratamiento de la depresión, en algunos casos, según el criterio de los profesionales tratantes, es necesario contar con un apoyo farmacológico.